17Dic

Regreso, adiós y desafío

EL REGRESO

Después de un tiempo de abandono por motivos de trabajo (el gran disuasor o la excusa perfecta, según se mire) recupero este blog con nuevos ánimos y el propósito más o menos firme de continuarlo. Veremos.

El ADIÓS

Hablo del genio albaicinero. Lo oí cantar dos veces, una con Lagartija en el Zaidín y otra en procesiones. Descanse en paz (es decir, si lo dejan). Mejor nos quedamos con su arte.

EL DESAFÍO

Este tema enlaza con un reto, el de la traducción del flamenco, que plantea un problema singular, antiguo y apasionante. Cuando trabaja, el traductor es un escanciador que trata de llenar un vaso con una botella procurando derramar el menor líquido posible; pero hay veces en que las gotas estallan, el líquido se sale y finalmente el traductor simplemente se conforma con no ponerlo todo perdido.

Esto sucede cuando las connotaciones históricas, culturales, sociales, geográficas y hasta afectivas de las palabras son el alma y su razón de ser en el texto, algo que se produce por definición en la poesía, donde además las cualidades sonoras, diptongos, fonemas, sílabas, hiatos y pausas, desempeñan una función esencial. Es también el caso del flamenco, territorio de arte pero también de reivindicación y expresión popular, espectáculo en los teatros y poesía para las aceras, vinculado sin remedio y para siempre a las cuevas de los gitanos, la colina del Sacromonte, la bahía de Cádiz, el barrio de Santa Cruz, las lunas de Lorca y, por mediación de Morente, hasta a Leonard Cohen. Silencios y acentos son aquí materia orgánica irrepetible, manifestaciones únicas de un universo. Cada ese inarticulada es resonancia, contexto y memoria. Ahí lo llevas , traductor.

Todo esto se lo explicó a Quintero el Beni de Cádiz y además mucho mejor:

En resumen: no me cantes una tarantella pugliese con acento lombardo.

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